La rehabilitación material
Los trabajos de consolidación y recuperación del Beti-Jai realizados en los últimos años ponen de manifiesto una clara voluntad por parte del Ayuntamiento de Madrid de reactivar y volver a convertir este edificio tan emblemático como atípico en un espacio deportivo de concurrencia pública, tal y como sucedió a principios del siglo XX.
La política de rehabilitación llevada a cabo por parte de la Dirección General de Patrimonio Histórico en el edificio ha sido rotunda: demoler todos aquellos añadidos que no pertenecían al edificio original y recuperar y reproducir aquellos elementos originales que alguna vez formaron parte del Frontón y que o bien están dañados o bien han desaparecidos. Además, el intento de cumplir con determinadas normativas del Código Técnico ha permitido el refuerzo de la cimentación y la estructura del edificio, así como las escaleras norte y sur.
El objetivo de todas estas delicadas y laboriosas tareas de rehabilitación, con un magnífico resultado, no es otro que el de la recuperación de un patrimonio material; devolver el pasado de este singular edificio al presente de Madrid y a sus ciudadanos. Sin embargo, si se quiere poner en valor y recuperar esta tipología original, y que no se repitan los problemas que lo llevaron al abandono, parece que una rehabilitación exclusivamente material no es suficiente.
Las nuevas circulaciones
Como en un cuerpo lleno de órganos, las circulaciones constituyen un elemento clave que determinan su correcto funcionamiento. En el caso del Beti-Jai, la mejora de las circulaciones, tanto de personas y objetos como de fluidos (información, agua, aire, y energía), establecen la base de la nueva propuesta. En la actualidad y a grandes rasgos, la configuración espacial del Beti-Jai es un vacío rodeado por un edificio con forma de ´C´ donde el lado más largo mide 85 metros y el acceso tiene lugar por el lateral que da a la calle Marqués de Riscal. Esta organización propicia un recorrido único, así como un fondo de saco (cul de sac) en el extremo opuesto, dejando la esquina de mayor impacto visual del edificio, la noreste, como un espacio muerto e inaccesible.
Con el fin de anular esta situación, se propone una estrategia que consiste en la realización de un loop de circulaciones que potencie los recorridos circulares y por tanto continuos en el Beti-Jai. La propuesta es clara y sencilla: aprovechando el 10% de incremento de edificabilidad permitido por la Normativa del Plan General y el Plan Especial, esto es, 457,99 m2, se plantea la construcción bajo la pista de juego de un volumen que alberga exactamente el área permitida y que une los dos extremos de la ´C´.
El edificio loop
El resultado es un edificio largo y estrecho (8,5 x 54 metros) cuya longitud coincide con la dimensión de la pista de juego de 54 metros y contiene en sus extremos tanto las comunicaciones verticales (escaleras + ascensores) como los servicios (instalaciones y aseos) por las que se unen al edificio actual.
Esta operación arquitectónica, que debe leerse tanto en planta como en sección, permite conectar la edificación nueva bajo rasante con el conjunto existente estableciendo un nuevo orden en las circulaciones, horizontales y verticales, más fluido y continuo en forma de loop.
Entre el edificio nuevo y el existente se propone un patio descubierto que no solo actúa de colchón de aire entre ambas edificaciones, sino que además sirve para ventilar e iluminar el interior del nuevo espacio. Un talud de gradas y vegetación conecta el espacio del edificio loop con el área de juego; un espacio oculto soleado en invierno y fresco en verano que invita a actividades sedentarias como una charla entre amigos, la lectura de un libro o escuchar música. Esta organización espacial escalonada también facilita la generación de programas improvisados como una representación teatral o proyecciones de cine al aire libre.
Como si de la punta de un iceberg se tratase escondiendo lo que está por debajo, una escalera helicoidal emerge de la esquina noreste del patio. Es el único elemento singular de la intervención: una pieza vertical que se acerca pero no toca al edificio original, lo conecta y crea un punto focal en la visión del conjunto.
En definitiva, la intervención que se plantea, silenciosa e invisible, tiene el doble objetivo de estructurar las circulaciones para el correcto funcionamiento del conjunto y ser respetuosa con el Beti-Jai, cediéndole a él y a la belleza de su vacío todo el protagonismo.
La rehabilitación infraestructural
Paralelamente a esta actuación, se llevan a cabo una serie de intervenciones en los núcleos de comunicación existentes del Beti-Jai que, atendiendo a las restricciones normativas existentes de evacuación e incendios, son de mínimo impacto.
1) Escalera sur: El trazado de las escaleras del cuerpo principal se simplifica, demoliendo una de las dos que existen y añadiendo dos tramos a aquella que está más completa con el objetivo de completar el recorrido en sección. El hueco que ha dejado una de las escaleras se ocupa con aseos que dan servicio a todas las plantas. Se completa el núcleo con dos ascensores que conectan directamente con la zona de vestuarios, gradas, sala de exposiciones y área administrativa, asegurando la accesibilidad universal.
2) Escaleras norte: Tras los trabajos de rehabilitación de esta escalera, se decide conservarla considerando que se adapta a la normativa. Únicamente se le añade un ascensor camillero que conecta con la zona de carga y descarga, los vestuarios, la cafetería, el graderío, el gimnasio, la sala de exposiciones y el club. Además de este núcleo, en esta misma zona existe un vacío para el que el equipo de Patrimonio está redactando un proyecto que recoge la reconstrucción de una escalera. Debido a la proximidad de la primera escalera mencionada, no sería necesaria la reconstrucción de esta segunda, pudiéndose aprovechar el espacio para la introducción de distintos usos dependiendo del nivel.
Si el primer acercamiento para la recuperación del edificio se basa en una rehabilitación material del mismo, ya casi completada, la organización del nuevo conjunto de comunicaciones tiene como objetivo la rehabilitación infraestructural. La mejora del sistema de circulaciones permite entender el Beti-Jai como una gran infraestructura; un soporte capaz de albergar una multitud de usos y programas que se adaptan en el tiempo.
La disposición en los cuatro extremos del conjunto edificatorio de núcleos de comunicación descritos, los dos existentes del programa original más los otros dos del nuevo edificio bajo rasante, permiten el cumplimiento de la normativa vigente del Código Técnico respecto a la accesibilidad, y la protección y evacuación ante incendios.
El circuito técnico
Con el objetivo de mantener intacta la imagen escenográfica del interior del Beti-Jai libre de cualquier contaminación visual y como en casi todos los edificios de estas características dimensionales, se opta por disponer el grueso de las máquinas instalaciones tanto de climatización como de agua caliente sanitaria y fría en la cubierta del conjunto.
La elección de este lugar no sólo permite no alterar la percepción del edificio histórico ni su envolvente debido a la escasa visibilidad que existe desde el callejón, sino que además facilita el trazado de las instalaciones mediante el modelo más sencillo, el lineal.
Los dos núcleos de comunicación principales del conjunto, aquellos que se sitúan en la diagonal principal, además de contener los ascensores, escaleras, se aprovechan para situar, adosados a los aseos, patios verticales que permitan canalizar y distribuir, desde la cubierta, el conjunto de instalaciones al resto del edificio, asegurando así el correcto acondicionamiento climático del conjunto.
Debido a su condición enterrada, una parte del acondicionamiento climático del edificio loop se realiza mediante la geotermia, una fuente de energía que permitiría un sistema de climatización que, empleando el calor de La Tierra para calefactar y refrigerar el espacio, utiliza la gran inercia térmica (temperatura constante, dependiendo de los diferentes lugares, desde 10 a 16 °C) del subsuelo poco profundo. La climatización geotérmica, sin duda, es un sistema que, desde el punto de ecológico y económico, significaría un gran ahorro material.
La rehabilitación social
El éxito de la afluencia pública al Beti-Jai pasa por asegurar por un lado el acceso libre al recinto y, por otro, la diversidad y disposición de espacios susceptibles de ser gestionados y explotados de forma privada y su adaptabilidad en el tiempo. De esta manera, la propuesta establece una organización programática que fomenta la creación de comunidad al mismo tiempo que garantiza la rentabilidad del espacio, lo que permite incorporar distintos eventos y usuarios sin condicionar los usos cotidianos, promoviendo una tercera rehabilitación: la social.
La distribución del programa, además de servir de apoyo fundamentalmente a la recuperación del juego original de la pelota en el mayor número de modalidades posibles, contribuye a mejorar las dotaciones de la ciudad en general y del distrito en particular, además de subrayar la relevancia cultural e histórica del espacio.
Cuatro cuerpos y un programa
La disposición del programa de actividades del Beti-Jai, que constituye un paisaje vertical deportivo y queda atado con el loop de circulaciones, se distribuye, entre el interior y el exterior, en cuatro cuerpos: la pieza de acceso, la ´L´, el edificio loop, y el área de juego.
El vacío del edificio, la arena de juego, sin duda el gran protagonista y el elemento que articula y ofrece la imagen del Beti-Jai, se conserva y se mantiene sin cubrir, ya que hacerlo significaría tener una magnífica plaza a la sombra. La climatología benigna de Madrid permite el uso de este espacio prácticamente la totalidad de los días del año.
La actividad principal que tiene lugar en este lugar privilegiado es el juego de la pelota vasca en las modalidades y especialidades reconocidas por la Federación Internacional: pala corta, paleta con pelota de cuero y mano y paleta goma maciza en el frontón de 36 metros, frontenis y paleta en el de 30 metros, y el juego de cesta punta en el de 54 metros.
Junto al juego de la pelota vasca, y con el objetivo de aprovechar de una mejor manera el espacio, se plantea la convivencia en la arena del Beti-Jai de otras actividades deportivas populares, tanto en equipo como individual y con amplios horarios, como el fútbol sala, una pista de tenis y un área destinada a realiza actividades al aire libre.
El espacio rentable
Sin embargo, tanto el juego de pelota vasca como las actividades alternativas deportivas propuestas son programas que demandan mucho espacio en planta, producen poca rentabilidad y requieren un alto mantenimiento. Es por esto por lo que se busca que una gran parte del resto de usos del Beti-Jai, situados en el anillo, sea un conjunto de espacios rentables.
El nuevo edificio lineal bajo rasante es un espacio vacante; un contenedor capaz de albergar, convenientemente acondicionado, climatizado e iluminado, cualquier programa, deportivo o no; desde un centro de entrenamiento de crossfit a un espacio para practicar yoga.
La propuesta plantea la ocupación de este lugar oculto y térmicamente constante, con un spa urbano. El agua, que desde tiempos inmemoriales ha formado parte de la cultura de la regeneración marcaría no solo un carácter lúdico y hedonista al espacio, sino que actuaría de reclamo publicitario para la captación de socios, del barrio y fuera de él. Los beneficios de este espacio a través de las inscripciones, se podrían destinar a la financiación, gestión y mantenimiento del Beti-jai.
Además, debido a su posición dentro del conjunto, este nuevo edificio es un lugar con capacidad de funcionar de manera independiente al resto del edificio durante todas las épocas del año todos los días de la semana.
Respecto a la distribución del resto del programa, mientras que el edificio de planta trapezoidal contiene la recepción, dos plantas destinadas a la administración y un espacio alquilable para distintos eventos a nivel de cancha, el cuerpo en forma de ´L´ curvada acoge, de abajo arriba, los vestuarios y un restaurante tipo txoko vasco, dos plantas de gradas y un gimnasio y una zona de exposiciones de la historia del Beti-Jai, más un club con un pequeño mirador en la cubierta.
La rentabilidad y la autogestión del complejo, cuando no se esté usando la arena con actividades deportivas, se propone la rentabilización de este espacio con otros programas alternativos, recuperando la idea de cuando empezó a funcionar el Frontón a principios del siglo XX. Un concierto, una plaza, un mercadillo, un meeting, un circo o un cine de verano son algunas de las muchas opciones de bajo impacto que se nos ocurren mientras nos imaginamos tumbados, de pie, cantando o paseando por el Beti-Jai mirando, con forma de óvalo, el cielo de Madrid. ¡Y que siga la fiesta!