A medio camino entre instalación de arte y obra de arquitectura, este trabajo pertenece al conjunto de proyectos efímeros donde, a diferencia de otras producciones arquitectónicas que se realizan en la oficina y por primera vez, el tiempo, tanto de diseño como de producción, se adelanta al espacio y se acelera, acercándose el resultado más a los plazos de otras disciplinas como puede ser la cocina o determinados aspectos de la moda.
El encargo por parte de la empresa internacional de cosméticos 3INA, que busca una aproximación inclusiva en su especialidad, consiste en el diseño y realización de un set/escenografía, en un tiempo récord de dos semanas, en el Espacio Nueva Carolina en Tetuán (Madrid). El objetivo de la marca es fotografiar y filmar el lanzamiento de su nueva campaña publicitaria, Generation Skin, destinada a jóvenes de todo el planeta, celebrando así la diversidad y abrazar las diferencias, hasta ahora no lo suficientemente presentes en la industria. Este proyecto nos permite reflexionar, en apenas 130 m2, sobre temas tan debatidos y a la vez tan actuales y complejos como lo efímero, la imagen, la postproducción, la arquitectura como medio y el espacio doméstico y sus límites.
El planteamiento inicial de la propuesta parte de la consideración de que el lugar por excelencia, dentro de la casa, donde se produce el mantenimiento y cuidado del cuerpo, es el cuarto de baño (si es que todavía se le puede llamar así). Teniendo en cuenta que el imaginario colectivo en torno a este espacio doméstico ha cambiado debido a las revistas, los anuncios en televisión, y al cine, pero también gracias a la tecnología y a la ideología, y en pocas décadas ha pasado de ser un lugar dedicado a la más estricta higiene a ser un espacio del disfrute, el proyecto apuesta por la creación de una atmósfera lúdica donde el hedonismo es el protagonista.
Como en el corto ‘inside rooms: 26 bathrooms’, del cineasta británico Peter Greenaway, la escenografía para 3INA gira en torno al uso y las costumbres alrededor del cuarto de baño, pero también sobre el diseño y estructura de este espacio en las sociedades contemporáneas más avanzadas, donde la bañera y el lavabo se erigen como piezas del placer y la sensualidad absolutas.
Alrededor de estos dos elementos se construyen dos escenarios, conectados entre sí, que facilitan la flexibilidad y variedad espacial necesarias que un shooting de este tipo requiere, tanto cuando en la escena aparece una sola persona como cuando se presenta un grupo mayor. Cada escena se “atmosferiza” con objetos materiales del placer como plantas, alfombras, sillas, taburetes, espejos, pero también inmateriales, como vapor de agua o reflejos, elementos fundamentales en un cuarto de baño hedonista.
La imagen resultante de la sesión, similar a la atmósfera densa y sentitiva de la primera y única novela del cubano José Lezama Lima, Paradiso, es la construcción de un espacio donde los límites entre la arquitectura y los medios para documentarla y hacerla posible se difuminan; un tiempo donde es igual de importante lo que queda dentro del marco como aquello que no se fotografía o filma; una obra donde, desde el principio, adquiere un interés significativo el proceso y todo aquello que rodea a la escenografía, tanto como el propio resultado.
El 29 de Junio de 2020 a las 19:00 de la tarde, después de trece horas de trabajo, desmontamos la escenografía que planeamos durante dos semanas y que desaparecía para siempre, dejando patente el carácter efímero de la arquitectura (y el de nosotros mismos).