En los años en los que Andrés había ocupado una habitación en casa de su hermana, almacenó en el trastero todos aquellos objetos y muebles de diseño que había ido coleccionando.
En mayo me llamó para tomar un café después de haber cerrado la compra de un ático de 84 m2 en la Calle Pelayo por 210.000 euros.
Gonzalo, ahora deseo vivir solo. Necesito mucha luz y oscuridad para dormir. Soy friolero. Odio el aire acondicionado. En casa trabajo los fines de semana y me reúno con gente aunque nunca hago fiestas. Colecciono pequeñas obras de arte contemporáneo. Me gusta comer en la cocina y leer en el sofá. Tardo en ducharme y me obsesiona el orden. Tengo poco dinero y quiero celebrar la Nochevieja en casa.
¿Cómo podría hacer la mejor vivienda para Andrés que satisfaga sus deseos, en un ático que es pequeño, en el centro de Madrid, con un plazo de tiempo ajustado y un presupuesto limitado?
La casa era una atalaya de ventanas pequeñas con vistas a Madrid, sin luz natural, excesivamente compartimentada y volcada a un patio interior.
La toma de decisiones fue clara y precisa: vaciar el espacio quitando falsos techos y tabiques, agujerear al este hacia el patio y el silencio; al oeste hacia la ciudad y la gente; la cubierta hacia el cielo azul y único de Madrid, y atravesar el espacio por una línea magnética que irradia rojez y atrae todos aquellos objetos susceptibles de ser perfectamente almacenados; abandonar el vacío para que Andrés defina cada espacio al ocuparlo. La solución más sencilla suele ser la correcta.
El proyecto apuesta por la estandarización de uno de los elementos más caros y a la vez más importantes en un espacio doméstico: el sistema de almacenaje. De esta manera se construye un mueble rojo alto brillo continuo de 14.50 metros de longitud, 0.60 metros de ancho y un volumen de 22.27 m3, hecho a partir de módulos de armarios de cocina y que recorre el espacio doméstico articulándolo y se adapta a él como un guante.
El mueble libera el resto de la casa y permite un espacio fluido y continuo donde desarrollar las acciones domésticas: dormir y tener sexo volcado al Este, vestirse bajo un neón que conduce al salón para trabajar y leer con vistas al Oeste de Madrid, comer frente a una estantería de libros, entrar a través de un agujero rojo a la casa, asearse con vistas al patio.
Junto al mueble, y frente a la compartimentación de la casa tradicional mediante tabiques, el otro elemento que organiza a través de la geometría el espacio es el suelo: alfombras de madera que, a través de sus cambios de color, definen estancias a la vez que pueden asociarse a sensaciones. En el dormitorio, el roble negro es una reminiscencia de la entrada de una cueva, a una guarida donde uno se retira a descansar, o el abedul de la cocina a la imagen del frescor y luz de la mañana.
El treinta de diciembre de 2016 a las once de la mañana una furgoneta se dirigía a la calle Pelayo transportando los muebles, objetos y libros de Andrés. Mientras los operarios descargaban y subían la mercancía, Andrés colocaba cuidadosamente sus pertenencias dentro de la casa.
Yo era quien conducía la furgoneta.