La propuesta y la ciudad
El primer acercamiento se caracteriza por una mirada que tiene en cuenta la relación entre el volumen construido y el espacio libre urbano, tanto desde un punto de vista cualitativo como desde aspectos ligados al paisaje de la ciudad en todas sus acepciones.
El solar, ubicado dentro de un conjunto de edificios de viviendas de reciente construcción, presenta una condición de ‘final’ de manzana que, lejos de ser un problema, aparece como una oportunidad. De este modo, la propuesta como último fragmento del barrio se proyecta como un `edificio telón de fons’ que, organizado en dos bloques, articula el espacio público y da coherencia a todo el conjunto edificatorio de la zona.
La propuesta y el conjunto edificatorio
Los dos bloques de viviendas buscan, por un lado, romper con un frente edificado continuo, y, por otro, adaptarse a las diferentes orientaciones que presenta el solar para ofrecer una diversidad de viviendas. Los dos volúmenes, inscritos en una estructura tridimensional en base a crujías de 3.30 metros, comparten un sistema arquitectónico que debe leerse simultáneamente en planta y en sección para ser comprendido.
Con un diseño que parte de la diversidad de las formas de vida de los usuarios, de los tipos de vivienda, de la luz solar y de otras consideraciones, el esquema común de cada sólido responde a un cinturón de servicios e instalaciones que recorre la zona central del edificio y que hace de charnela entre el resto de estancias permitiendo así la iluminación y ventilación natural de cada casa.
Los rellanos, pasillos, patios y otros espacios sin nombre resultado de esta diversidad generan diferentes espacios de privacidad y convivencia, cubiertos o no; de geometrías donde los usuarios pueden desarrollar su vida de formas no previstas por los arquitectos, siendo responsables de la negociación colectiva que garantice la compatibilidad de usos, seguramente sorprendentes.
Finalmente, una superficie de paneles solares y una zona verde de producción comunitaria rematan cada una de las edificaciones y aseguran una cierta autonomía energética y productiva del edificio.
La propuesta y las unidades de habitación
La vida real siempre se escapa de la vida proyectada. Bajo esta perspectiva, el planteamiento de cada vivienda pretende ser un sistema que permita acoger la mayor cantidad de soluciones residenciales: las de siempre, las raras y las más avanzadas posibles.
Las viviendas disponen de un núcleo de instalaciones donde conectar los espacios húmedos en el centro de la crujía perimetral, que permite la reversibilidad de usos del espacio dentro de la vivienda. Se busca sobre todo establecer las bases de un sistema donde los espacios sean indiferenciados en cuanto a superficie, permitiendo que el usuario los utilice o transforme en función de las necesidades que van surgiendo en el transcurso de la vida. Ante una solución definitiva y cerrada de la vivienda o la organización de cada planta del edificio, que entendemos que será objeto de un encargo posterior fruto de las negociaciones entre arquitectos y propietarios, se plantea un soporte que permita cambios y apropiaciones.
La perfectibilidad, la flexibilidad y, sobre todo, la retirada a tiempo del profesional, son las condiciones de partida para nuevas formas de vida que se alejan del concepto propiedad pública/privada y estimulan espacios-tiempos diferentes. Asumiendo las condiciones estructurales y geométricas de las dos escalas anteriores, las posibilidades de elección se configuran de la siguiente manera: las unidades de habitación se proyectan desde un carácter de espacios disponibles inacabados. Resulta difícil aportar innovación a la vivienda si no estamos colaborando con ingenieros y sociólogos que permitan introducir la realidad aumentada, los materiales inteligentes, las nuevas necesidades y los nuevos grupos convivenciales en los espacios.